La visita del Betis a
Albacete permitirá a Pepe
Mel ver de cerca a un central que estuvo a punto de tener a sus órdenes en la temporada del último ascenso, pero que, finalmente, jamás acabó vistiendo la elástica de las trece barras: Jorge
Pulido.
De hecho, en el verano de 2010 su nombre estuvo en la órbita verdiblanca como posible refuerzo, toda vez que Luis
Oliver, recién nombrado consejero deportivo, había alcanzado un acuerdo con el
Atlético de Madrid para que la escuadra de las trece barras se convirtiese en destino preferencial de los descartes y canteranos colchoneros. Y, en este sentido, quien más gustaba era Pulido, que por aquel entonces era una de las grandes perlas rojiblancas. Es más, aunque estaba haciendo la pretemporada junto al primer equipo, el zaguero, de apenas 19 años, sabía que no iba a tener demasiados minutos con los mayores, por lo que la opción de que jugase en Heliópolis para irse curtiendo ganaba muchísimos enteros. No obstante,
Quique Sánchez Flores se opuso a última hora a que saliese cedido, por lo que al final se quedó en el Vicente Calderón, donde sólo disputó un duelo de Copa y los dos últimos de Liga.
A partir de ahí, su carrera se estancó. Vivió una cesión al
Rayo, regresó al Atlético, donde jugó ocho partidos en la 12/13, y hasta probó fortuna el curso pasado en el
Castilla. Todo antes de quedarse sin equipo en verano, encontrando acomodo en noviembre en un Albacete donde sí está reverdeciendo viejos laureles.