Lo que parecía una medida de presión momentánea ha pasado a ser una desaparición –por cuenta propia– en toda regla. Hace unos días, exactamente el martes 17 de octubre, Shams Charania de The Athletic apuntaba que James Harden no se había presentado al último entrenamiento del equipo y que no le veían por las instalaciones de entrenamiento desde el domingo. En otras ocasiones las estrella de la NBA se ausentan por algún compromiso concreto, pero esta vez los 76ers simplemente no tenían ni idea de que no acudiría al entrenamiento; es más, se quedaron sorprendidos al comprobar que su jugador simplemente se había esfumado sin dar explicación alguna. Pues bien, aunque en Pensilvania esperan las pertinentes explicaciones, el castigo a La Barba ya se está cocinando.
Lo cierto es que hace ya casi una semana que se espera a que Harden aclare qué estaba pasando, pero todo lo que se ha podido saber –y no por su boca– es que se ha marchado por motivos personales. Eso es todo. Aunque sabemos que pidió el traspaso hace meses y que está molesto porque Philadelphia no le ha enviado a Los Angeles Clippers, parecía que su incorporación al training camp indicaba que su profesionalismo estaba por encima de caprichos. Simplemente –y para sorpresa de pocos– no ha sido así.
La cuestión a día de hoy es que Harden mantiene en vilo a la NBA con su desaparición. A menos de 48 para que comience la temporada 2023-24, Adrian Wojnarowski de ESPN ha reiterado que no se sabe absolutamente nada del MVP de 2018 más allá de que no ha dado señales de vida desde hace una semana. Ninguna declaración a los medios, ninguna publicación en redes sociales... No ha habido pista alguna sobre lo que pretende hacer a partir de ahora; eso sí, parece claro que no estará en el debut de los Sixers ante Milwaukee Bucks, y es que ha hecho un solo entrenamiento con sus compañeros en tres semanas... Esto es lo último que se ha sabido: por ahora no tiene intención de volver a ponerse a las órdenes de Nick Nurse.
Mientras esperamos a que el panorama se aclare, desde Estados Unidos señalan que el jugador se habría marchado a Houston hace una semana y que allí seguiría. Las malas lenguas aseguran que lejos de entrenar está disfrutando del ocio nocturno de una ciudad que bien conoce, pero este extremo no ha sido confirmado por nadie. Lo que es innegable es que si sigue así perjudicará tanto a la organización de Pensilvania como a sí mismo. Una vez empiece la regular season, el guard podría ser castigado con una multa de 389.082 dólares por cada partido de pretemporada y temporada regular que se pierda sin el consentimiento del equipo, ya que estaría incumpliendo lo que se denomina la cláusula de prestación de servicios. Es un dineral, pero quizás esté dispuesto a asumir la pérdida para seguir presionando a Philadelphia para que le traspasen.
Sin duda es una pena que los últimos años de la carrera de un jugador tan espectacular vayan en esta dirección. Anteriormente pidió salir de los Rockets y poco después hizo lo propio en Brooklyn Nets. Ahora, deseando marchar a los Clippers, el problema es tan sencillo como que estos no están dispuestos a pagar lo que pide Philadelphia. Exacto, las negociaciones están en un callejón sin salida y Harden, en vez de esperar sobre el parqué, lo está haciendo a su manera...