Clarence Seedorf aterrizó en un Deportivo desmotivado y con fisuras en la totalidad de su fisionomía, por lo que optó por comenzar a reconstruir el equipo desde atrás. No tardó en cortar la hemorragia de goles en contra, pero la mejoría se quedó a medias por los problemas para generar peligro a pesar de apostar por alineaciones con vocación ofensiva.
El equilibrio y los goles se le resistían al Deportivo, lo que supuso un carrusel de resultados negativos por la mínima, motivados en numerosas ocasiones por fallos puntuales. Los gallegos eran más fiables que antes, ofrecían una imagen más sólida, pero le restaba la culminación para protagonizar el paso al frente necesario para acercarse a la salvación. Este plus lo ha alcanzado en los últimos partidos, con un mayor acierto de cara a portería merced al estado de gracia de Adrián López, vital en el esquema de Seedorf por su movilidad en la vanguardia, ya que el técnico busca dinamismo para hallar espacios y abrir el campo con las subidas de laterales largos.
Ahora, con estos dos triunfos consecutivos, lo que no conseguía el Deportivo desde 2015, el equipo ha adquirido la confianza que le ha faltado en el pozo de la clasificación y empieza a rentabilizar la alegría que el holandés ha tratado de imprimir al fútbol de los blanquiazules. También ha influido la irrupción de Borja Valle y haber encontrado cierta estabilidad en la porteria con Rubén Martínez.