Montella ha transformado exponencialmente al Sevilla con un esmerado trabajo propio del que conoce como la palma de su mano los vestuarios profesionales de primer nivel. Porque,
al margen de dotar al equipo de una idea definida y construir un bloque, el italiano
ha profundizado en el factor psicológico para recuperar anímicamente al grupo a nivel colectivo y en el plano individual.
Con su diván
ha rescatado a futbolistas que parecían perdidos para la causa y que ahora se erigen en baluartes de su proyecto, como
Nzonzi, Franco Vázquez, Correa o Muriel. Ha conversado con ellos, les ha transmitido su confianza con palabras y, lo más importante, con hechos en forma de una continuidad con la que ha obtenido el resultado esperado: maximizar el talento de una plantilla completamente desaprovechada por Berizzo.
Una labor que también
le ha mostrado la luz a Sergio Rico, porque lo fácil habría sido sentarlo, pero él ha confiado en sus cualidades y lo ha mantenido en la adversidad, convencido de su capacidad, la que ayer brindó un triunfo vital.