"No es justo decir que he fracasado como entrenador. La única experiencia negativa ha sido el Betis, donde el clima con los aficionados fue muy complicado", ha indicado el exentrenador verdiblanco Gustavo Poyet en declaraciones al portal oficial de la Liga China, donde dirige al Shanghai Shenhua. Una nueva afirmación que esconde más de lo mismo, de esa torpeza del charrúa que no le ha servido para nada más que para que los rectores verdiblancos le hayan puesto de patitas en la calle, truncando una incipiente carrera que despuntaba tímidamente y que hoy por hoy no le da para más que para 'robar' en China.
Que la SuperLiga es muy atractiva económicamente hablando, pero que en términos deportivos es carne de perro y no solomillo. Y es que ha sido muy torpe, como el propio Víctor se ha encargado de demostrar en pocas semanas. Si es la pelotita (y por tanto los resultados) la que ya se encarga por sí misma de renovar y de destituir entrenadores, lo sencillo es seguir el 'modus operandi' del madrileño. Arropar al equipo, caer en gracia desde el principio y ayudarse del beticismo, que si algo tiene el Betis es eso. Una fórmula mágica que no requiere haber entrenado en la Premier para poner en práctica y de la que un inteligente Víctor se ha valido para hacer mucho de muy poco. Que tampoco el madrileño ha inventado el fútbol. Que ahora el más tonto te hace relojes, pero Víctor, si algo ha demostrado, es que de tonto no tiene un pelo. Ahora, eso sí, tiene que seguir demostrando que es un entrenador a la altura del Betis.