Machín volvió a repartir billetes para los que aún no se han subido al tren en un partido en el que el factor motivacional era clave. El
Akhisar, como se vio en el 6-0 en Nervión, está muchos escalones por debajo del Sevilla a nivel competitivo y era un día para exhibir ganas y hambre.
Aleix,
Gnagnon,
Nolito y luego
Roque Mesa desaprovecharon su enésima oportunidad, mientras que
Escudero y
Amadou evidenciaron que aún les falta bastante para recuperar el tono idóneo.
Todos ellos siguen lejos de su mejor nivel y demostraron tener más voluntad que acierto y confianza, sobre todo cuando el equipo se quedó con 10 hombres por culpa de un absurdo penalti y expulsión de un
Sergi Gómez que se maneja bien con el balón y por arriba, pero que fuera de su zona es lento y blando. Sin el catalán, el equipo pasó a jugar con defensa de cuatro y un doble pivote
Banega-Roque Mesa. El plan no funcionó nada, pues a partir de ahí se evaporaron las fuerzas, se descolocaron, se fragmentaron, se sucedieron los errores en la marca -los turcos remataban todo- y hasta perdieron el control del balón ante un rival muy limitado. Tanto tembló, que el último cambio de
Machín fue
Carriço por
Promes para defender el 2-3 con cinco defensas, cuatro medios y sin 'nueves'.
La segunda parte dejó desde el principio a un
Sevilla con un déficit de tensión y exceso de relajación, dando por bueno el 0-2 del primer acto. El técnico, que no ceja en su empeño de enchufar a la 'unidad B', sabe que no puede dar descanso a
Banega y
Vázquez, esenciales en un choque en el que su equipo debía tener mucho balón. Los turcos estaban muy replegados atrás, cerraban los espacios apostados al borde de su área con dos líneas de cuatro fácilmente desbordables con paredes y, sobre todo, generando superioridad por fuera gracias a los buenos movimientos dentro-fuera de
Muriel y
Promes, y a las constantes pero inofensivas subidas de los carrileros -más Aleix que un tímido Escudero-.