El retorno de Joaquín Caparrós al Sevilla traerá consigo
una dosis extra de garra y pundonor a Nervión, justo lo que hace falta para conseguir amarrar la clasificación europea en estos últimos cuatro partidos de la temporada. Un denominador común que persiste en un técnico que ha ido evolucionando a lo largo de todos estos años, lejos de aquel que basó su juego como sevillista
sobre el 4-4-2, con Reyes y Navas en banda, jugando a la contra y colgando balones al área. Aunque sus últimas experiencias no han sido especialmente brillantes, el utrerano ha pasado por Deportivo de La Coruña, Athletic Club, Neuchatel suizo, Mallorca, Levante, Granada, Osasuna y el Al-Ahli Doha qatarí, el cual abandonó el pasado diciembre por problemas personales. Una trayectoria en la que
ha ido utilizando diferentes sistemas de juego, basando su filosofía en el
“equilibrio” defensa-ataque.
De Qatar, sin ir más lejos,
se despidió con un 4-3-3, habiendo utilizado también el
3-5-2. Como técnico rojillo optó por el
5-3-2, después de no encontrar la solidez defensiva que esperaba con
el 4-4-2 y el 4-2-3-1, dibujos que más utilizó con Granada, Levante y Mallorca. Así como en el Athletic, donde encontró la horma de su zapato en Lezama.
Su pizarra, por tanto,
está abierta a modificaciones y a las necesidades del momento, pues, como él mismo acostumbra a repetir desde que se sienta en los banquillos, “el fútbol es para listos”. En Nervión se encontrará con un equipo roto, caído anímicamente y falto de pegada arriba. Un plantel frágil en defensa al que tendrá que fortalecer en ambos extremos.
¿La cantera? No la descarten...