Decía el presidente
José Castro, tras la goleada recibida en
Mestalla (4-0), que habían confiado, confiaban y confiarán en
Eduardo Berizzo, un técnico que era su "primera opción" el pasado verano para sustituir a
Jorge Sampaoli en el banquillo sevillista y que hoy día, tras tres derrotas consecutivas (dos en Liga y una en Champions) y dos goleadas recibidas (5-1 en Moscú y 4-0 en Valencia) con una bochornosa imagen, está en boca de todo el sevillismo, siendo un amplio sector de la grada el que solicita su cabeza.
'Muerto el perro, acabada la rabia', piensan muchos aficionados; un refrán que por el momento no ha calado en la planta noble del
Sánchez-Pizjuán, donde los rectores blanquirrojos han arropado al de Cruz Alta en un alarde de confianza y agarrándose a aquellos resultados que, por ahora, argumentan la continuidad del técnico argentino, que en los próximos días se verá las caras con
Cartagena, en Copa;
Leganés, en Liga, y
Spartak de Moscú en Champions. Una cita, esta última, que se antoja de vital importancia para pulsar el futuro próximo de
Berizzo en Nervión.
Mientras tanto,
Castro,
Arias y compañía prefieren tirar de sensatez y, pese a haber salido el equipo de puestos europeos por primera vez en lo que va de temporada, aferrarse a los 16 puntos que suma y al hecho de que aún depende de sí mismo en
Liga de Campeones, donde es tercero del grupo E.
Y es que desde que entró en vigor en la 95/96 la Liga de tres puntos, los de
Berizzo sólo presentan peores registros a estas alturas de competición que en siete temporadas anteriores:
16/17 (20 puntos),
14/15 (22), 11/12 (17), 09/10 (19), 08/09 (17), 06/07 (21) y 04/05 (17); cinco de ellas, en la última década. Una situación que en la entidad consideran preocupante, pero no de vida o muerte todavía.
Una pequeña crisis deportiva que, más allá de la lamentable imagen mostrada, puede ser superada por el grupo con la confianza y la unión de todos. Es decir, ver la botella medio llena en lugar de medio vacía. Una opción que en Nervión sustentan en temporadas como la 13/14, en la que el Sevilla de
Unai Emery llegó a ser colista en la jornada quinta (precisamente tras perder también en Mestalla, por 3-1) y que en la novena era undécimo tras empatar a dos en Valladolid.
Un
Sevilla que acabó la campaña quinto y que se proclamó campeón de la
Europa League, pese a haber acumulado también tres derrotas consecutivas -entre la jornada 21 y 23:
Levante (2-3),
Málaga (3-2) y
Barcelona (1-4)- en una serie de siete partidos sin conocer la victoria. Argumento que también encuentra su defensa en la 15/16, en la que el
Sevilla era octavo a estas fechas y que, pese a acabar séptimo, jugó la fase de grupos de la
Champions, ganó la
Europa League y se clasificó para la siguiente edición de la
Liga de Campeones.
Y es que
Jorge Sampaoli, quien no tocó plata pero sí firmó la segunda máxima puntuación histórica del club en Liga con 72 puntos (la primera sigue ostentándola Emery, con 76 en la 14/15), también sumó tres derrotas consecutivas en su prólogo como sevillista: ante el
Madrid en la Supercopa de Europa (3-2) y frente al
Barcelona en la final a doble partido de la Supercopa de España (0-2 y 3-0). Una serie de antecedentes, por tanto, que vienen a destacar la fortaleza del
Sevilla contemporáneo y que invitan a pensar que la solución está en seguir confiando en
Berizzo para salir del bache. Una fidelidad que, eso sí, tendría una clara caducidad; el típico hoy no, pero mañana...