Después del giro copernicano que Monchi le dio a la plantilla
tras la huida de Unai Emery, Óscar Arias estimó que lo más conveniente era buscar
alguien parecido a Jorge Sampaoli para diese continuidad al proyecto y explotase las cualidades de una plantilla creada
para tener un equipo protagonista sobre el césped. Y quién mejor que traer a
otro discípulo de Marcelo Bielsa, a Eduarzo Berizzo, su alumno más aventajado.
El 'Toto' fue jugador y segundo en Chile del 'Loco', un entrenador que ha marcado su manera de dirigir en los banquillos, como marcó en su día la de Sampaoli, pese a que éste siempre lo estudió desde la barrera. Extraña, por tanto, que el Sevilla de la 16/17 y el Sevilla de la 17/18 se parezcan tan poco en su juego, si bien todo encaja mejor si se atiende a que el actual seleccionador de Argentina se dejó acompañar y llevar en Nervión por un amante del fútbol de posesión y posición como
Juan Manuel Lillo, quien inspiró a Pep Guardiola.
Realmente, el Sevilla de 'bielsista' la pasada campaña tuvo poco, excepto por esa idea de
exprimir al máximo a 13-14 futbolistas que, por el tremendo desgaste físico, suelen tener grandes altibajos durante la temporada. Berizzo, quien sí sigue
abonado al vértigo de los equipos de Marcelo, ha caído en que
los objetivos se consiguen en mayo, por lo que ha apostado por una fuerte rotación en la plantilla del Sevilla con el objetivo de que todos lleguen estén frescos a partir de febrero. Su idea es que ataquen todos y defiendan todos,
que haya ida y vuelta continua, que se persiga a los rivales por el campo de manera individual para provocar la pérdida, que se vaya a presionar hasta al portero desde el minuto uno hasta el noventa... Y eso implica
un desgaste tremendo, sobre todo para
un plantel mucho más técnico que físico, como es el blanquirrojo, un plantel diseñado más para un Guardiola, como era el Sampaoli del Sevilla, que para un doble de Bielsa, como es Berizzo.
Sólo así se explica que
el 'cerebro' del equipo, un
Éver Banega que debería ser encargado poco más que de distribuir (el Nasri de la 16/17), sea
el futbolista nervionense que más kilómetros ha corrido en la Liga de Campeones (
32,6 entre los tres encuentros de la fase de grupos), casi todos sin tener el balón en los pies. Y es que Berizzo encimienda al '10' que sea el primer jugador, junto a
Ben Yedder (el tercero, tras Escudero -30,9- con más kilómetros: 27,9)
que vaya a la presión constantemente: al portero, a los centrales y a los laterales.
El tremendo esfuerzo no sólo implica que
tu jugador con menos fondo físico y quien debería tener
más frescura para pensar y hacer jugar a los demás,
esté agotado incluso antes de acabar la primera parte, sino también que se suela encontrar
muy lejos del balón para comenzar a construir una nueva jugada de ataque, tras recuperar sus compañeros la posesión.
A Berizzo le gusta que su equipo choque, que vaya y vuelva sin cesar, pero al final es el técnico el que debe ajustar el estilo a las características de sus jugadores y los que tiene entre manos son más para tocar que para empujar. Al menos, seguramente le iría mejor
si a su 'cerebro' lo usase más para pensar. Lo tiene en los partidos, por mucho que rote, agotado.