Óscar Arias se enfrenta a un desafío colosal, a un examen continuo que no entiende de comienzos ni de tiempo para adaptarse al puesto. Porque al frente de la dirección deportiva de un club como el
Sevilla no importa que sea un recién llegado ni que el propio
Monchi le haya avalado como sustituto, y se le exigirán resultados desde primera hora, con un mínimo trecho de error y el listón tan alto como el grado alcanzado por el club nervionense a nivel nacional e internacional. El onubense, de origen alemán, es plenamente consciente de esta responsabilidad y del reto que ha aceptado al tomar el relevo del isleño, con un
Sevilla en
Champions, con un margen cada vez más limitado para crecer que no suele corresponderse con la dimensión de las expectativas. Por ello, en su primer proyecto con su nombre,
Óscar Arias ha apostado por una premisa que se identifica claramente en los objetivos prioritarios del mercado: ir sobre seguro. La hoja de ruta del nuevo director deportivo se sustenta sobre el trabajo realizado con
Monchi, pues antes de irse, como ambas partes reconocieron, ya se habían diseñado las líneas maestras, luego concretadas lógicamente con la llegada de
Berizzo.
Arias está aprovechando lógicamente los informes y los nombres señalados en rojo por el de San Fernando, como demuestra que la mayoría de futbolistas con los que se ha contactado ya fueron objetos de deseo en mercados pasados o han sido relacionados con Nervión con anterioridad, casos como
Lucas Pérez, Torreira, Teodorczyck, Zouma, Rugani... Es, al fin y al cabo, el producto de un trabajo en el que, como mano de derecha de
Monchi, colaboró y conoce bien, lo cual resulta coherente en su estreno como máximo responsable.
No obstante, dentro de esta máxima de no arriesgar, hay un matiz que lo diferencia de
Monchi en este periodo estival y, en cierto modo, lo alejaría de la filosofía que ha propiciado el impulso del club: comprar con margen para obtener plusvalía en base al potencial crecimiento o recuperación futbolística del objetivo, lo que permitía recuperar con creces la inversión con pingües beneficios. Y es que la intención de
Arias es vertebrar su proyecto a partir de jugadores contrastados, con experiencia y que doten al equipo de una veteranía que quizás faltó el curso pasado en los momentos clave. Esta apuesta reduce obviamente las opciones de hacer caja en el futuro con estos jugadores pero también minimizaría el riesgo de equivocarse, pues, dentro de que las circunstancias son incontrolables, se conoce de sobra lo que pueden ofrecer estos jugadores, por su larga trayectoria, sus muchas tablas, y, en algunos casos, por su pasado en el
Sánchez Pizjuán.
No en vano, Arias trabaja para que se consumen dos regresos, el de
Jesús Navas, con el que se conversa para cerrar el acuerdo económico, y
Banega, con el que ya se ha contactado con la esperanza de contar de nuevo con su criterio y calidad.
El centrocampista argentino roza la treintena (este mes cumple 29) y el palaciego ya la ha alcanzado (31). Madurez en la que también se encuentran un
Nolito (30) cada vez más cerca de ponerse otra vez a las órdenes de
Berizzo,
Lucas Pérez (28) o Poroto Lux (35), por ejemplo. La mayoría de los pretendidos están entre los 27 y los 30 años, reflejo de que
Óscar Arias pretende un proyecto con mimbres experimentados para empezar con paso firme y seguro.