Nadie se acuerda ya del
apocalíptico panorama que se avecinaba en la portería del
Sevilla cuando las lesiones de
Beto y
Barbosa dejaban la exigente portería blanquirroja en manos de un chaval de
20 años,
sin experiencia alguna en el primer equipo y, mucho menos, en
Primera división o en
Europa. Sin embargo, el mundo no se acabó ahí. Ni mucho menos. Es más, la prueba de que el canterano (lleva desde los siete años en el club) responde es la normalidad con la que el sevillismo recibió la segunda baja del meta luso, hace mes y medio.
Y es que, durante todo este tiempo, el portal nervionense está defendido por un
gigantesco cancerbero que, al margen de la ya de por sí imponente envergadura que le proporcionan sus
194 centímetros y sus largos brazos, da la sensación de hacerse aún más grande tras cada nuevo partido que acumula, con
excelentes intervenciones, muchas de ellas, con el valor añadido de hacerlas casi en frío.
Los datos hablan por sí solos. Sergio
Rico suma ya
21 partidos entre las tres competiciones y ha conseguido dejar su
portería a cero en ocho de ellos; es decir, en
uno de cada tres (un 33 por ciento), y sólo encajó
un tanto en otros
seis choques. Dividido por torneos, sus mejores registros llegan precisamente en la Europa League, donde ha firmado soberbias actuaciones -especialmente ante el
Feyenoord, en los dos partidos frente al
Borussia Monchengladbach y la semana pasada en
Villarreal- y permaneció imbatido en la mitad de sus choques, concretamente en
tres de seis; sin duda un buen presagio de cara a la cita de mañana, en la vuelta de los octavos de final de la segunda competición continental de clubes.
Además, en
Liga ha echado el cerrojo el
cuatro de las diez jornadas (40%) con él al frente de la portería, y es en la
Copa del Rey donde presenta sus peores promedios, con ‘sólo’ un partido imbatido de un total de cinco. Estos asombrosos registros y la continuidad en un equipo ambicioso, que busca su póquer continental y que persigue las plazas de
Champions, ha dotado al joven Sergio Rico de una gran dosis de autoconfianza, decisiva para transmitir cada día más seguridad y para convertirse en un gigantesco gigante.