La goleada en el derbi supone un golpe enorme de moral para el
Sevilla y una alegría inigualable para la afición, pero, matemáticamente hablando, vale los mismos tres puntos que cualquier partido, y de poco servirá a efectos clasificatorios si no existe una continuidad en los partidos venideros, lo que obliga a los nervionenses a afrontarlos con la misma concentración y enjundia que el duelo contra el
Betis.Lo ocurrido la temporada pasada después de la ´manita´ al eterno rival en el
Sánchez Pizjuán es un serio aviso de lo que puede suceder si los jugadores se relajan y se creen que lo tienen todo hecho por haber ganado con holgura a los verdiblancos. No en vano, hace un año se pasó de la euforia a la decepción por la mala racha de resultados encadenada por el
Sevilla de
Míchel tras el 5-1, que le terminó costando el puesto al preparador madrileño.
El cuadro nervionense enlazó cinco jornadas sin conocer la victoria, con derrotas ante
Atlético (4-0),
Valladolid (1-2),
Málaga (0-2) y
Real Sociedad (2-1), y un empate contra el
Espanyol (2-2), por lo que sólo sumó un punto de 15 posibles. Rompió este cadena con un triunfo poco convincente en casa contra
Osasuna (1-0), pero la derrota en
Mestalla por 2-0 supuso el adiós de
Míchel y la llegada al banquillo de su actual inquilino,
Unai Emery.El técnico es consciente de este episodio y, seguramente, tratará de mentalizar a los suyos de esta situación, de que únicamente se ha dado un paso adelante y de que los siguientes partidos exigen el mismo o más nivel de entrega y concentración, pues ya no se cuenta con el factor de la motivación extra. Trabajo psicológico para que el efecto del derbi resulte altamente positivo.