Unai está más cerca de lo que piensa de llevar al Sevilla a su quinta final europea, pero ayer jugó a lo políticamente correcto. La Liga dejó de ser la competición más importante cuando la Real quebró la racha del Pizjuán. Dos delanteros en el once que además no gozan de confianza condicionaban el sistema y lanzaban un mensaje claro: importa el jueves, la Liga Europa. Y ya veremos si el Barcelona llega al 22-M tan enfermo como parece estar ahora. El resto es un uso eufemístico del lenguaje tan propio del técnico del Sevilla, que no está obligado a engañar a nadie.
Sin la servidumbre liguera el equipo por lo menos fija los objetivos. Pero no me vengan con historias. A Unai le faltó atrevimiento para, sin modificar su 4-2-3-1, poner a Juan Muñoz en solitario en el equipo titular. La compañía de Llorente era un guiño a las rotaciones de mentira que hizo perder una hora al Sevilla en Mestalla. Si desenredan los cambios, comprobarán que no hubo ninguno puro delantero por delantero, pero el resultado fue el mismo. El equipo fue reconocible los últimos 30 minutos con el imprescindible Gameiro en el campo. Fue un ensayo general para lo del jueves. Otro jueves de Feria, como hace diez años.