Ha comentado Pepe Castro que
“el Sevilla F.C. no tiene techo” y que va a seguir trabajando para aspirar a “los objetivos más importantes”. Como lema para representar el espíritu ambicioso con el que el club que preside afronta el futuro
viene fenomenal y es, además, lo que el aficionado quiere escuchar -nadie paga por alimentar los sueños-. Ahora bien, si en este 2018 se intenta concretar ese eslogan y se dice que el Sevilla debe aspirar a ganar LaLiga o la Champions, la cordura instala automáticamente
techos visibles que te impiden subir a la nube y te dejan pisando la no menos ilusionante realidad.
En Liga y Copa, el Sevilla tiene el techo que marcan dos superpotencias (Madrid y Barça) y un Atlético de Madrid que le duplica en presupuesto. En Champions, el de la veintena de clubes que generan más ingresos (más potencial económico, más éxitos -casi siempre- deportivos).
Aspirar a lo máximo en cada una de las tres competiciones en las que el Sevilla participa es tan legítimo, como razonable aceptar el techo que marcan los datos objetivos en cada una de ellas. En Liga lo tiene en la cuarta plaza a 8 puntos, los que le saca el Valencia. En Copa lo toca con las palmas de las manos y lo rompe si gana al Barça, como lo rompería en Champions -y ambos casos deben considerarse un rotundo éxito- si elimina al Manchester United y si mete en cuartos.