Política de fichajes: un factor diferencial y dos temores

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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Política de fichajes: un factor diferencial y dos temores
- Joaquín Adorna
Insiste Pepe Castro: "No hay prisas". El mercado no se mueve, la gente se impacienta, pero el presidente del Sevilla tiene claro que las prisas encarecen los productos y tiene el suficiente respeto a los millones de euros de los que se habla en fútbol con tanta facilidad como para haber activado el piloto de 'saber esperar'. Cada operación es un mundo, y en cada fichaje el tiempo juega a favor o en contra del que tiene o no la imperiosa necesidad.

Los nombres que suenan para el Sevilla son de futbolistas de rendimiento inmediato, contrastados, con fichas altas y, estos casos, suelen ser complejos. En esos factores, Óscar Arias mantiene una línea continuista con Monchi, la que exige una competición como la Champions. O llegas a ella con futbolistas 'top' o te viene grande el nivel competitivo y te quedas sin parte de los muchos miles de millones de ingresos que distribuye la todopoderosa UEFA.

Sin embargo, hay un factor diferencial en el perfil de los candidatos a vestir la elástica del Sevilla: el posible retorno de los que se fueron dejando dinero y gloria. Con Monchi, por recordar los casos más recientes, Reyes, Fazio o Diogo usaron el billete de vuelta. Con Arias todo apunta a que será diferente. Navas desea volver y su fichaje es cuestión de tiempo, horas quizás. Banega y, sobre todo, su mujer -que pincha al ´me gusta´ en redes sociales cuando le hablan ya de una nueva etapa en Sevilla-, están locos por regresar a la ciudad en la que fueron felices. Y Bacca, aunque ha dicho en Colombia que se queda "en el Milan". "Tengo tres años más de contrato". Se intuye que lo dice con la boca pequeña. Sus palabras pueden ser una estrategia para no encarecer su salida, porque el colombiano también sueña con reencontrar en Sevilla la plenitud como jugador y como persona que ha perdido en Italia.

El nuevo perfil despierta un temor fundado: de los que han vuelto hasta la fecha, sólo Reyes rompió el dicho de 'las segundas partes no son buenas'. En el amor, o en el fútbol, hay tantos casos como historias que contar. El éxito o el fracaso dependerá de si se trata de una vuelta nostálgica buscando un plácido retiro, o si existe una verdadera intención y un firme espíritu competitivo con el que cerrar una primera etapa inconclusa. Más me inclino por esta segunda opción en un año en el que todos quieren sumar méritos para estar en el Mundial de Rusia.

Un segundo recelo ronda la mente de la afición sevillista. Los 30 años de Navas, Nolito y Bacca, los 29 de Banega, o los 27 de Jovetic, cierran la puerta casi de forma definitiva a un futuro traspaso millonario. Intuyo, sin embargo, que el nuevo triunvirato 'Arias-Berizzo-Castro' dejará espacio en el plantel para esos perfiles llamados a crear plusvalías.

La gente ha asumido el inevitable rol vendedor del Sevilla, porque su economía le impide pagar las fichas que cobran jugadores 'franquicia' que destrozan su tope salarial. Pero el Sevilla busca, sobre todo, el rendimiento que necesitó y no tuvo en momentos puntuales la pasada temporada. Mantenerse en la Champions tres temporadas consecutivas implica asumir ese gran riesgo: pagar a una plantilla que devora el mayor porcentaje de tu presupuesto. Superar el vértigo, apostar sin miedos y comprar calidad es la única fórmula para que clubes de 'la otra Liga' puedan hacer lo que este año ha logrado el Sevilla: quedar cuarto -no desplomarse en el campeonato liguero- disfrutando de la envenenada musiquilla celestial de la Champions.