Tras ofrecer de nuevo una imagen vergonzosa y casi indigna, con una segunda mitad desastrosa, los jugadores nervionenses, algunos de los cuales habían pedido previamente
perdón al sevillismo en una imagen que les honra, salían ante los medios con un discurso común.
Todos coincidían en pedir
UNIÓN.
Pero que no se engañen, porque esa no es la principal receta. La
afición pondrá de su parte, que no lo duden, y pitará cuando lo considere necesario, porque a nadie les duele más que a ellos. Pero son los
futbolistas los que tienen que tirar del carro, levantarse de la lona y mostrar la actitud y la intensidad de la que adolece este equipo sin alma.
Más que unión con la grada, hay que pedirles a ellos que no miren al césped al encajar el primer gol, con el rostro desencajado, sabiéndose de antemano perdedores. En esas hay que estar juntos, dar una palmada en la espalda al compañero y autoconvencerse de que unidos, se puede.