"La verdad está en la calle", repite Sampaoli. En
lo que se ve, no en lo que se dice
o se rumorea. En chismes, defiende, estuvo basado el comunicado del Sevilla sobre la AFA, pues
es cierto que Argentina lo quiere y que le ha hecho una propuesta, hasta el punto de atosigarle, pero no que haya aceptado. El de Casilda es feliz en Sevilla y el Sevilla, y estaba
dispuesto a sentarse de nuevo para seguir negociando la ampliación de contrato que ya estuvo sobre la mesa. La cuestión es que Castro, sintiéndose traicionado,
no le ha vuelto a llamar. Comieron juntos para centrar la atención todos en que el equipo quede lo más arriba posible, pero ya está.
Nadie en Nervión ha pensado que irse significaría
renunciar a dos años de contrato por dirigir sólo cuatro partidos a Argentina, en el peor de los casos, y
uno a Messi. Nadie ha pensado que la AFA puede estar montando shows para que el Sevilla se canse y
evitar así pagar la cláusula de Sampaoli. Y nadie, con todo el lío, aprecia
lo que está haciendo el Sevilla en la primera temporada del ´Zurdo´ en el banquillo.
La verdad de Sampaoli está en el césped. Está en darle
la vuelta por completo a un equipo cuyo juego no enamoraba, pese a levantar títulos,
en caer de pie ante el Real Madrid en la Copa del Rey, en mantener
la ilusión de luchar por LaLiga durante meses o en
levantarlo de nuevo, dándole una vuelta a las alineaciones y el estilo, tras el fracaso de Leicester y cuando todos los daban por muerto. Que él
tiene su parte de culpa es tan cierto como que el Sevilla no ha alcanzado nunca en su historia los cuartos de final de la máxima competición continental.
A falta de cuatro jornadas, el Sevilla está
empatado a puntos con el Atlético, un equipo que
le triplica en presupuesto, por lo que puede darse la circunstancia de que el club deje ir a un entrenador que le meta en la próxima edición de la Champions
por la vía directa y a quien
los jugadores de la plantilla valoran.
Igual el de Casilda es el mejor técnico posible para la próxima temporada. Igual es cuestión simplemente de sentarle de nuevo en un despacho y ofrecerle un buen proyecto.
Igual la verdad está en la calle.
La del césped, al menos,
es irrefutable.