El fútbol no es tan fácil como parece. De hecho, ni siquiera fichar un jugador de nivel excelso te garantiza que éste vaya a ofrecerte un buen rendimiento. Algunos clubes gastan auténticas fortunas en traspasos y sueldos pensando que eso será suficiente, pero existen cientos de casos en los que las estrellas pasan de largo de un equipo sin llegar a brillar lo más mínimo. No son pocos, incluso varios de los más poderosos, los que obvian algo tan determinante como la adaptación. Drogba, por ejemplo, cuenta en su biografía que nadie se preocupó de él en su llegada al Chelsea -en 2004, desde el Marsella y por 37 millones de euros-. Ni le facilitaron una casa, ni un profesor para aprender el idioma. En el vestuario estaba arrinconado. "Tuve la impresión de no ser aceptado. Al final, ahí los ingleses están con los ingleses, los portugueses con los portugueses y los negros con los negros". ¿Y los ucranianos? Aun llegando libre, el Sevilla ha invertido un dineral en Konoplyanka. Y ya no es lo que va a gastarse en él, sino lo que podría dejar de ganar si no le procura un entorno ideal para que rinda. Es clave que el profesional sólo tenga que centrarse en jugar y que su familia sea igualmente feliz. Por ello, en el club la preocupación por su pronta aclimatación a la ciudad (el contraste de temperatura es brutal), al equipo y al idioma es máxima. Monchi, partiendo de la gran ´limpia´ que pudo hacer los dos últimos años, ha convertido el vestuario en "una gran familia", pero al ucraniano, además, le ha buscado un padre adoptivo, ya que Konoplyanka ni siquiera tiene aquí a otro jugador del Este al que arrimarse. El de Cheryshev padre era un fichaje muy necesario. Vital.
Carlos Pérez
