Macià opina que el pasado sevillista de un futurible no debe ser una traba

En pos de un consenso a medio plazo

El club planea recuperar a algunos de los canteranos que no pudo retener en el pasado, mientras que, para Macià, priman criterios alejados del sentimentalismo.

En pos de un consenso a medio plazo
Macià y Ollero en la presentación del nuevo director deportivo verdiblanco. - Óscar Murillo
No se trata de un objetivo a corto plazo, pero en la planta noble del Benito Villamarín cobra fuerza la idea de ir recuperando poco a poco a futbolistas de la casa que, en su día, tuvieron que marcharse, bien por necesidades económicas o bien por la impericia de anteriores dirigentes para renovarlos. Joaquín Sánchez es el abanderado de esta deseada ´operación retorno´, si bien en la mente de técnicos y consejeros están otros muchos nombres. Por ahora, la prioridad es confeccionar una plantilla de garantías en torno a otros criterios, aunque, cuando llegue la estabilidad en la elite, el guion pasaría por recuperar el giro local en la planificación.

Con todo, no es un proyecto del que sea especialmente partidario Eduardo Macià, que está tratando de dotar al departamento que capitanea de unas líneas más modernas y profesionales, alejadas del sentimentalismo que gobierna los movimientos en muchos clubes. Por ejemplo, el valenciano no entiende que el Betis pueda descartar a un jugador de su agrado por tener pasado sevillista, como ocurrió el pasado verano, entre otros, con el armero Raúl Navas. Tanto es así que, sobre su mesa, el nuevo director deportivo heliopolitano tiene informes sobre varios futuribles que pasaron una vez por el eterno rival, y no están ni mucho menos descartados. Se trata, en definitiva, de que las pautas que rijan a partir de ahora las negociaciones en el área que él coordina sean, exclusivamente, deportivas y económicas. Por su experiencia, sólo las entidades que abandonan prácticas centradas en el corazón y no en la cabeza avanzan y crecen al ritmo que demanda este nuevo orden balompédico.

En este sentido, Macià tendrá que ser consciente de que la heliopolitana, por mucho que cambie y evolucione, no será jamás una institución normal, para bien y para mal, como tampoco la capital hispalense, por la tremenda rivalidad que se respira, puede equipararse a otras ciudades. Es de suponer que el prestigioso alto ejecutivo adaptará en cierta manera sus fórmulas de trabajo a la idiosincrasia verdiblanca, dejando de aplicar, quizás, a rajatabla los fundamentos que sí se instalarían sin ambages en cualquier otra latitud. Por su parte, los consejeros y responsables de las distintas parceles, aunque prefieran teñir de beticismo despachos y vestuarios, habrán de ceder en pos de una delegación de funciones necesaria en toda empresa seria y profesional. Seguro que habrá consenso.