Por norma general, las piezas maestras de los engranajes,
las realmente imprescindibles para que funcionen, no suelen encontrarse a la vista y a veces escapan de la atención que realmente merecen. Sin embargo, basta con profundizar mínimamente en el funcionamiento para
valorar en su justa medida una influencia que se añora de manera considerable cuando esta pieza falta, y de ahí su verdadera trascendencia.
Porque se tiende a relativizar la regularidad, el rendimiento perenne, a no concederle el mérito que supone, cuando realmente
la esencia radica en convertir en sencillo aquello que dista de serlo. Y
Joan Jordán, para mí crucial en este Sevilla,
ha normalizado en Nervión un rol protagonista, de liderazgo, con una naturalidad asombrosa,
capaz de asimilar multitarea en el centro del campo y asumir galones que, a priori, no le correspondían pero que luce sin histrionismos, en un plano de compromiso, con perfil de equipo y, por supuesto,
respaldado plenamente por los números.
Sin Banega,
Monchi confió en Rakitic, no para suplirle, porque no existe reemplazo para los genios, pero sí para ejercer de vertebrador de la propuesta sevillista. El croata crece por partido, cierto, pero
gran parte del vacío lo ha ocupado el catalán con su presencia y una galería de recursos técnicos que le sitúan en un escalón privilegiado aunque para algunos haya pasado hasta hace poco por debajo del radar por el mero hecho de haberse instalado en el notable.
Era lo que parece, una incongruencia, pero ya residual y nunca presente en un análisis serio, en profundidad, en los que
la figura de Jordán adquiere una importancia suma en el Sevilla actual en las dos vertientes, como adalid de la presión alta para recuperar y
básico para activar la salida sevillista y potenciar la circulación con su ocupación de espacios y criterio. Además, esta continuidad para nada resulta incompatible con la brillantez y cristalizar en cifras su incombustible trabajo, pues
ya suma dos goles y su mejor marca en asistencias, con seis, la última de una categoría suprema para habilitar a Munir ante el Getafe.
La llegada de
Papu contribuirá, sin duda,
a multiplicar las vías y verticalizar la posesión en tres cuartos, pero
la cuota de aportación de Jordán se mantiene intacta como pieza clave en el engranaje nervionense, dentro y fuera, por su fútbol y con una actitiud ganadora y un sentimiento de pertenencia que se aprecia en sus gestos y en una expresividad con efecto contagioso.
Un sector mayoritario del sevillismo ya lo ve como un líder y, a día de hoy,
cuesta entender el plan de Lopetegui sin Jordán, no por dependencia, sino por el volumen de su contribución a
un Sevilla tan fiable y pujante como él.